miércoles, 11 de noviembre de 2009

Historia de un anacoluto




Es cuando las decepciones se hacen mejores y alcanzan su apogeo, cuando al fin llega el momento que deseabas, no llegase.
Haces planes, sabiendo que, como de costumbre no llegaran a cumplirse, pero la emoción llega a ti igualmente, no puedes evitar sentirte bien. Todo se encuentra a solo un paso y decides escuchar, detenerte y abrir tus oídos, quieres apreciar minuciosamente cada una de las palabras que saliendo de su boca y penetrando en tus orejas destruirán toda una hegemonía, para aprender a vislumbrarlas la próxima vez. Frías, frías palabras que en una casi noche, de medio invierno, calidecerán tus vísceras hasta puntos insospechados, entonces la desesperación baila junto a tu puerta esperando entrar en escena y ser la reina de la pista. Tin, tin, tin; Pom. Las gentes que alguna vez habitaron la tierra nunca supieron demasiado bien a que se debía, y los que habitamos hoy, truncados en el tiempo, impasivos de lo personal, cantamos, adoramos, amamos y pensamos en torno a brillantez mate.

Estamos bajo porque conocemos lo que alguna vez tuvimos arriba, lo que alguna vez sentimos y de alguna manera obtuvimos en los mundos de lo inútil. Irremediablemente imbéciles es como nos hemos sentido al darnos cuenta de que llevamos todo este tiempo dando vueltas alrededor de una esfera, intentando encontrar, salvar, algo de humanidad.

Para contar la historia en la que todos perdimos la dignidad, es necesario servirse de la historia en la que todos la obtuvimos, mediante un hechizo que hizo nuestros hombros gigantes y nuestra cabeza altísima, encima de un cuello que jamás pareció tan largo. Estos dotes nos convertirían en seres egocéntricos hasta el extremo de lo irritante y destructores de lo ajeno.

Esto comienza cuando abrimos el armario, lo miramos, cogemos las camisas y pantalones, polos y camisetas, quitamos las perchas y lo tiramos todo al suelo, en ese momento comprendemos que nada es tan fácil como coger algo que está en perfecto estado, bien colocado y viviendo en tranquilidad y perseguir su ruina hasta lo innombrable.
La complicación del pulso de la vida, en ocasiones hace imposible saborear la verdadera complicación hospedada en cada beso, caricia o abrazo que el amor te regala.

Y si todo sigue la misma regla, será mejor esperar a tres magos que alguna vez te hagan sentir estrella, y guiar así, todo en lo que crees.

A.G.G.

martes, 10 de noviembre de 2009

El sobre de lo que viví



En mi mente todo fluye con rapidez, pero por un extraño mecanismo que jamás comprenderé creo un entresijo de ideas inacabadas que, muchas veces, destruyen la razón. Cada vez que abro la boca, cada vez que siento la necesidad de expresar la duda que me inunda, cada vez que arrebato de mi lado un sueño a punto de cumplirse... Cada vez siento que algo falla a mi favor.

Andar por la calle sin prisa, caminar al sol en invierno o sentir su abrazo, son cosas que siempre me gustaron, sólo ahora sé que no debo preocuparme, tendré toda la vida para ellas, pero hay muchas otras, más inusuales, más atractivas, menos llamativas que parecen cogerme de la mano para más tarde soltarme y seguir su camino al lado de otras personas. Todo se difiere,nada es lo que solía ser, la incomprensión se convierte en un modo de vida; la resignación en mi rutina y esque todo lo que toco se convierte en podredumbre. Mi madre solía decir “Cariño, vas a encontrarte con tantas decepciones”.
Me hace gracia, porque, cuando era pequeño la escuchaba, y asentía sin más, pero ahora sé a lo que se refería, la realidad nunca es suficiente. En cambio con mi padre, todo fue distinto, ahora recuerdo las conversaciones que tuve con él, quizás una frase o dos “ yo estoy bien, ¿y tú?”. Era duro sortear tan brusco abismo entre dos personas, muy a mi pesar lo hice y guardé cada una de los cosas que aprendí en un sobre, el sobre de lo que viví. Aun no puedo abrirlo, no es el momento, no soy feliz.

De un momento a otro metieron en sus bolsillos la esencia de lo que intentaba vivir, de lo que intentaba sentir y de lo que estaba a punto de conseguir.

Mi vida, que alguna vez sintieron suya, se estira, se alarga y sin que se den cuenta se acaba.

A.G.G.