viernes, 25 de diciembre de 2009

Bocadillo de polvorones


Cuando era pequeño mi abuelo solía escribirme cartas, en ellas hablaba de cosas que a mi temprana edad no alcanzaba a entender, pero el lo hacía igualmente, confiaba en que algún día, al crecer, las leyera y comprendiera lo que realmente quería hacerme llegar. Hoy, después de tanto tiempo, he leído alguna de esas cartas y por fin entiendo que el nunca hizo las cosas demasiado bien, quizás tampoco demasiado mal, pero quién lo hace al fin y al cabo; Ahora sus palabras siempre
estarán junto a mi, y escritas en la primera página de un libro de cuentos que cuido desde que tenía 5 años, fueron y son las únicas palabras que consiguen hacerme llorar, y al terminar de leer, la leyenda de un curasán de chocolate que cada
noche llegaba escondido junto a la puerta de mi casa, se esfuma como el humo de una chimenea en la montaña. Tú traías el agua que en casa ya teníamos, pero siempre te querré por hacerlo.

Mi hermano ahora, en su infinita ingenuidad, recibe las mismas cartas y llora como lo hacía yo; La peonza gira sobre su mano mientras el sueño aletarga su perspicacia.

A.G.G.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho Alex, aunque pienses que no leo tu blog si que lo leo y me gusta la fotaza que te has puesto en grande. Un besín alex.
    ¡Haver si sabes quien soy!

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