viernes, 25 de diciembre de 2009

Mamá, no llores más.

Ahora se sienta en una mesa en la que sobran sillas y ni siquiera roza al que tiene al lado, todo lo que una vez fuimos se destruye aquí y ahora; tres tenedores, tres cuchillos, tres cucharas y añoranza en cada plato.

El árbol de navidad te provoca angustia y la calefacción ni siquiera calienta.
Este año Papá Noel no aparecerá por la puerta como cada noche buena, este año nos serviremos de televisión y turrón, simplemente dejaremos pasar las horas, hasta que las luces de una guirnalda mal colocada dejen de funcionar.

Mamá piensa que no la vi, pero su llanto alimentaba todo en lo que creía, lágrimas negras resvalando por un rostro especialmente maquillado para la ocasión, y aun así bello por su contorno eminentemente exquisito. Sus manos se posaban
sobre álbumes que recopilan el recuerdo, el dolor, de una familia sustentada en comidas postizas. Esta vez manipulaba las fotografías con guantes, dejar alguna huella habría sido denigrante, y era algo que no podía permitirse.

A.G.G.

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